España ha concluido en los años ochenta el proceso de universalización de la instrucción que se había proyectado en la Ley Moyano 150 años antes. Como informa el Rey de España en el preámbulo de la Ley Orgánica de Educación, algo tan vital para el desarrollo económico del país no tendría que haberse demorado tanto tiempo y en la actualidad no puede repetirse de nuevo el mismo error:
La generalización de la educación básica ha sido tardía en nuestro país. Aunque la obligatoriedad escolar se promulgó en 1857 y en 1964 se extendió desde los seis hasta los catorce años, hubo que esperar hasta mediados de la década de los ochenta del siglo pasado para que dicha prescripción se hiciese realidad. La Ley General de Educación de 1970 supuso el inicio de la superación del gran retraso histórico que aquejaba el sistema educativo español. La Ley Orgánica del Derecho a la Educación proporcionó un nuevo y decidido impulso a ese proceso de modernización educativa, pero la consecución total de ese objetivo tuvo que esperar aún bastantes años.
A pesar de logros indudables, desde mediados de la década de los años noventa se viene llamando la atención acerca de la necesidad de mejorar la calidad de la educación que reciben nuestros jóvenes. La realización de diversas evaluaciones acerca de la reforma experimental de las enseñanzas medias que se desarrolló en los años ochenta y la participación española en algunos estudios internacionales a comienzo de los noventa evidenciaron unos niveles insuficientes de rendimiento que exigían una actuación decidida…
En los comienzos del siglo XXI la sociedad española tiene la convicción de que es necesario mejorar la calidad de la educación, pero también de que ese beneficio debe llegar a todos los jóvenes, sin exclusiones…
Ningún país puede desperdiciar la reserva de talento que poseen todos y cada uno de sus ciudadanos, sobre todo en una sociedad que se caracteriza por el valor creciente que adquieren la información y el conocimiento para el desarrollo económico y social. Y del reconocimiento de ese desafío deriva la necesidad de proponerse la meta de conseguir el éxito escolar de todos los jóvenes…
La magnitud de este desafío obliga a que los objetivos que deban alcanzarse sean asumidos no solo por las administraciones educativas y por los componentes de la comunidad escolar, sino por el conjunto de la sociedad.
Para paliar el retraso crónico de la instrucción en España, para mejorar su calidad, para que se beneficien todos los jóvenes y tengan éxito académico, para que no se desperdicie más talento y para el desarrollo económico y social del país sobre las bases de la IA se tiene que mejorar la educación. El objetivo es empujar un doble frente: orientar la instrucción a la economía trabajando la pedagogía sobre dato empírico, al mismo tiempo que se orienta la economía a la instrucción preparando las pymes mediante información precisa y auditorías de IA.
En medio de estos graves problemas y con muchas dificultades pendientes de resolver, España tiene que dar un salto cualitativo hacia la formación en IA con altos estándares de calidad internacionales. Una buena forma de conseguirlo es tutorizar familias y alumnos en Infantil y Primaria online, puenteando de esta manera todo lo que impide dar los pasos con el apremio necesario. Urge en consecuencia dar cumplimiento a "la magnitud de ese desafío" que informa el Rey de España, haciendo un llamamiento al conjunto de la sociedad.