La Inteligencia Artificial tiene muchas asociaciones y hace referencia a muchas definiciones.
En sentido amplio la IA hace referencia a sistemas y aplicaciones que toman decisiones y emprenden acciones sin haber sido explícitamente programados para eso, basados en la recolección de datos, análisis de usabilidad y otras observaciones. La IA no es solo una tecnología universal, sino un término paraguas que incluye múltiples tecnologías como aprendizaje máquina, aprendizaje profundo, visión computarizada y procesamiento de lenguaje natural, individualmente o en combinación, añadiendo en todos los casos inteligencia a las aplicaciones.
Hay diferentes niveles y tipos de IA, algunos más maduros que otros, ofreciendo un amplio rango de efectos: desde sistemas locales para asistir a usuarios finales hasta sistemas globales que toman decisiones y actúan sin intervención humana directa. Se podrían dividir en cuatro grandes bloques: inteligencia asistida, aumentada, automatizada y autónoma.
La inteligencia artificial no es una innovación que empieza ahora. Las primeras aproximaciones a la IA comenzaron a desarrollarse en los años 50 después de décadas de promesas, grandes expectativas y decepciones. ¿Estamos viviendo entonces una explosión normativa sobre un viejo fenómeno que tiene medio siglo de historia? Vamos a ver cinco razones que lo confirman.
En primer lugar, en la década de los años 40 las CPUs comenzaron a ganar cada vez mayor velocidad de procesamiento y reducción de costes, permitiendo a los ordenadores retar a los humanos en las tareas más intensivas en procesos mentales. Kasparov fue derrotado por un superordenador a finales de los años 90 y dos décadas después otro sistema cognitivo ha vencido al campeón del mundo de Go Lee Sedol. Este mismo sistema llamado Alpha Zero ha vencido además a StockFish, que era la mejor máquina de ajedrez. La importancia de estos éxitos reside en que en ambos casos solo han enseñado las reglas del juego a los sistemas algorítmicos neuronales (sin introducir ninguna biblioteca de partidas) y en ajedrez al principal sistema informático. En ambos casos enseñando solo las reglas del juego a los sistemas algorítmicos neuronales (sin introducir ninguna biblioteca de partidas), dejando que desarrollara sus propias estrategias de juego después de millones de partidas contra sí mismo. Al mismo tiempo que sucede esto, la ruptura definitiva de la IA se está produciendo sobre los vehículos autopilotados, que no necesitan conductor para desplazarse por las ciudades y carreteras. Algo que era ciencia ficción en los años 80 y 90.
En segundo lugar y por sorprendente que parezca, el entretenimiento y la industria del juego han desarrollado un papel principal en la evolución de la IA, gracias al gran avance de tarjetas gráficas cada vez más rápidas. Inicialmente fueron desarrolladas para mejorar la resolución de los videojuegos, pero al final han llegado a ser más potentes que las CPUs tradicionales haciendo cálculos masivos y por lo tanto ganando utilidad para desarrollar los algoritmos detrás de la IA. Al final el resultado ha sido la aparición de una industria de hardware dedicada al desarrollo tecnológico de procesamiento de datos, con sistemas diseñados para las tareas de computación de los algoritmos de la Inteligencia Artificial.
Un tercer elemento para el desarrollo de la IA ha sido la explosión del volumen de datos. partir de 2015 se alcanzó un punto en el que cada dos años se crean más datos que durante toda la historia anterior de la humanidad. El crecimiento exponencial de los datos seguirá produciéndose durante los próximos años. Y al mismo tiempo que esto sucede, el coste del almacenamiento de la información se va a reducir drásticamente, permitiendo manejar y almacenar toda esta información en unidades drásticamente menores, durante más tiempo y con mayor velocidad de acceso y registro. Así que cada vez hay más información disponible para mejorar el funcionamiento de los algoritmos.
El cuarto factor es la transmisión de datos sobre las redes de telefonía móvil gracias al rápido desarrollo de las tecnologías 3G, 4G y 5G. Por no mencionar la aparición de smartphones y tablets conectados a estas redes junto al creciente consumo de datos por el IoT (Internet of Things). Para satisfacer esta demanda la tecnología 5G se desplegará sobre 2020 para permitir la reproducción de vídeos de alta calidad en dispositivos, aplicaciones de realidad aumentada y conexiones ultrarápidas para monitorización en tiempo real.
Finalmente, las actuales plataformas cloud están empujando todavía más todos los puntos anteriores, acelerando el desarrollo de la IA en la 'nube'. Esta disponibilidad permite que todo el mundo (empresas, particulares, universidades e institutos de investigación) puedan experimentar y desarrollar algoritmos más potentes y nuevos productos y servicios de los que podrían haberse soñado hace tan solo una década. Es decir, se ha democratizado el acceso a este nuevo desarrollo tecnológico al estar disponible para todo el mundo a un precio razonable.
Por lo tanto, la Inteligencia Artificial parece haber alcanzado un punto de no retorno que le permite entrar en un círculo virtuoso de creatividad y expansión únicos en la historia, equivalente por su profundidad y amplitud a una nueva revolución industrial. Todas las empresas y organismos públicos y privados se van a transformar de una forma nunca vista durante el próximo decenio.