Cuando se pregunta a las empresas cuáles son los mayores obstáculos para introducir la IA en los procesos, en primer lugar destaca la falta de disponibilidad estructurada de los datos (80%), que las tecnologías no están maduras (55%), la ausencia de personal cualificado y con las habilidades necesarias para implementar y manejar soluciones inteligentes (50%) y finalmente la incertidumbre en el retorno de las inversiones (40%).
La IA no es capaz de producir beneficios por sí misma, necesitando una gran cantidad de otras tecnologías y fuentes de datos. Por eso los países que quieren liderar el desarrollo de la IA buscan hacerse fuertes en primer lugar en áreas específicas, especializándose en determinados tipos de aplicaciones. Para esa finalidad priorizan tres retos muy importantes:
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Se aseguran que el potencial ofrecido por la IA es utilizado en toda su extensión, para garantizar la competitividad y el crecimiento económico de los negocios
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Garantizan que el sector público sea capaz de emplear en sus actividades todas las posibilidades que ofrece la IA, especialmente en educación y sanidad.
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Buscan los canales para que todas las estructuras sociales terminen adaptándose a los grandes cambios que la IA va a producir en el siglo XXI, con el objetivo de continuar siendo una sociedad operativa y con un sólido estado del bienestar.
Para conseguir servicios de alta calidad y una sociedad que funcione correctamente se necesita crecimiento económico, algo que tradicionalmente se ha fundamentado en el crecimiento del capital, el trabajo y la productividad. Desgraciadamente España tiene un desempleo y subempleo disparado, ocupando siempre las últimas posiciones de la UE, especialmente en los menores de 30 años y desempleados de larga duración. Por otro lado, la productividad del factor trabajo y la alta cualificación no se encuentran entre los fuertes de la economía nacional. El desarrollo de la IA es por tanto una gran herramienta que permitiría mejorar todos esos indicadores si se trabaja como objetivo a largo plazo, subiendo el nivel de la instrucción especialmente en matemáticas, ciencia y tecnología (las áreas STEM). Por lo tanto, si bien los requisitos actuales no son los más adecuados, precisamente por eso el potencial de mejora es enorme.
Porque a diferencia de otras revoluciones industriales que necesitaban de materias primas para su desarrollo (acero, carbón, petróleo y gas), la IA depende de las matemáticas y el desarrollo de aplicaciones intensivas en conocimientos computacionales. Por lo tanto, ahora más que nunca los individuos y su experiencia y habilidades tienen un papel predominante para poder conseguir los beneficios que pueden llegar por la introducción de la IA en los productos y servicios de los sectores públicos y privados. Por decirlo de algún modo, las nuevas acerías y pozos de petróleo en la cuarta Revolución Industrial se encuentran dentro de cada familia, en la medida que detectan el talento de sus hijos y lo promocionan. Es decir, hay que evolucionar de la alfabetización a la matematización comenzando desde los hogares.
No obstante, como ya se ha analizado en otros apartados anteriores la aplicación a gran escala de la IA tiene también importantes incertidumbres y retos por lo que respecta al estado del bienestar y la pérdida de empleos. Es muy difícil predecir el futuro, pero a grandes rasgos el debate sobre esta tecnología tiende a enfatizar dos áreas de especial preocupación:
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La cantidad de empleo. Es decir, cuánta gente tendrá trabajo en el futuro.
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La calidad del trabajo. Es decir, en qué forma quedará modificado el empleo.
Las predicciones más sombrías indican que la cantidad de empleos y el trabajo disponible menguarán (en el caso español podría desaparecer hasta la mitad del empleo), cambiando sustancialmente además lo que ahora se entiende por el concepto 'trabajo' al evolucionar hacia una actividad más discontinua, incierta y peor remunerada. También hay otros estudios indicando lo contrario: la automatización terminará creando más empleo del que puede destruir (a largo plazo), con una mayor calidad de vida y mejores salarios al crecer la cantidad de productos y servicios de alto valor añadido. En cualquier caso, los expertos coinciden en afirmar que todos esos nuevos empleos solo serán accesibles elevando el nivel de la instrucción en ciencias y matemáticas. Aunque hay una competencia internacional muy fuerte y muchos países están trabajando para que los futuros científicos de datos aparezcan en sus economías y no en las de sus competidores, especialmente en Asia y EEUU.
Es probable que los grandes cambios estructurales que han sucedido antes en la economía mundial, como la transición de las sociedades agrarias rurales a las urbanas industriales, hayan sido mucho más severos con respecto a la pérdida de empleo que lo que va a pasar en el XXI con la revolución de la IA. Pero ahora suceden simultáneamente al cambio de paradigma económico dos hechos demográficos únicos, que son por un lado la emergencia de China e India sumando 2.500 millones de habitantes con unos sistemas educativos meritocráticos que amenazan con absorber no solo la empleabilidad de baja cualificación industrial sino también gran parte de los empleos de alta cualificación y gran valor añadido presentes y futuros. Al mismo tiempo que por otro lado África está teniendo la mayor explosión demográfica de la historia humana, presionando a la baja los salarios globales por su permanente emigración hacia otras zonas económicas al mismo tiempo que atrae millones de nuevos empleos industriales. Las previsiones para 2050 son que en Asia aparecerán 1.000 millones de nuevos empleos (absorbidos o no de las economías de Europa y EEUU) al mismo tiempo que África incorporará 1.000 millones de nuevas personas en edad de trabajar mayormente desempleadas. Para 2100 África terminará teniendo la misma población que Asia y un único país como Nigeria igualará en habitantes a toda la población de la UE o EEUU.
Es posible además que en el futuro muchas de las tareas y profesiones más cualificadas terminen siendo simplificadas hasta tal extremo por la digitalización y la robótica que pasen a desempeñarse por cuadros técnicos intermedios, que verán incrementadas sus retribuciones. Ejemplos pueden ser la sanidad, el derecho y la docencia. Al mismo tiempo que directamente desaparecen otras profesiones no cualificadas donde suelen colocarse millones de desempleados o trabajadores de baja cualificación. Un caso paradigmático es el transporte con la irrupción de los vehículos autónomos y las aplicaciones que ofrecen la logística como servicio (LAAS).
No obstante será en el futuro cuando la IA tendrá mucho mayor impacto en el empleo mundial, porque en el momento presente y a corto plazo no van a suceder grandes cambios ni transformaciones. Aunque según McKinsey el 40% del empleo podría terminar automatizado en 2040, porque la IA está avanzando al ritmo de la creación de nuevos datos y estos crecen de forma exponencial. Todos los expertos coinciden que en la práctica van a ser automatizados todos los trabajos rutinarios mediante aplicaciones, productos y servicios creados con la finalidad de apoyar el factor inteligencia de las personas en muchas áreas y sectores de la economía.
El cambio que va comportar la IA es internacional y requerirá de los trabajadores que incorporen de forma permanente la capacidad de aprender y actualizar sus habilidades al mismo tiempo que deberán desarrollar tareas con interfaces hombre-máquina cada vez más sofisticadas. En el caso de España es una gran oportunidad, pero requiere de una mejora sustancial e inmediata del sector educativo, con independencia de que ya exista un tejido industrial medianamente innovador y de alto valor añadido en algunos sectores.
La IA es una de las revoluciones tecnológicas más importantes de la historia. De hecho algunos expertos la ven como un salto en la evolución de la humanidad. En un extremo se encuentran posiciones como la del inversor de capital riesgo Andy Kessler, afirmando que el mejor medio para crear productividad es "deshacerse de la gente". En el otro extremo se encuentran posiciones de colaboración y partenariado hombre-máquina.
Lo que se produce en el fondo es un doble reposicionamiento de la figura humana. Primero se trata de uno de tipo ontológico, en la medida en que lo que se redefine es la concepción de lo humano por los humanos y la técnica como progreso autómata. Las personas dejarán de ser quienes atesoren una facultad de juicio exclusiva para ser suplantadas en parte por una nueva instancia de verdad global que se estima superior gracias al dato masivo. Y luego un reposicionamiento de tipo antropológico, en la medida en que ya no es el ser humano quien ejerce en exclusiva su poder de acción con sus sentidos y propio saber, sino mediante una fuerza interpretativa y decisional que se tiene por más eficaz, consagrada a eliminarlo en sectores cada vez más extensos de la vida. "Los oficios creativos y relacionales tienen más bien un buen porvenir. Por lo tanto, la máquina no va a reemplazar al humano excepto en raras ocasiones. La mayor eficacia se produce cuando el humano se asocia con la máquina", afirma Yann LeCun directivo del departamento de inteligencia artificial de Facebook.
La humanidad se está acercando en el fondo hacia la famosa "singularidad" expuesta por Ulam en un intercambio epistolar con Von Neumann, que supone el momento en el que la IA superará definitivamente en inteligencia no consciente a las personas. Porque a partir de entonces la pericia humana solo podrá colaborar e integrarse con la de las máquinas. Por lo tanto no se trata solo de un cambio de paradigma a largo plazo, sino especialmente un salto único en la historia de la humanidad con amplias consecuencias filosóficas, antropológicas, culturales e incluso religiosas. Por eso los países que vayan quedándose atrás, más que perder un estadio económico nuevo terminarán involucionando hacia el subdesarrollo sin descartar su posible desaparición final. Así sucedió con la edad del hierro cuando suplantó a la del bronce y con ésta cuando liquidó todas las culturas basadas en los utensilios de piedra. Un denominador común además en estos profundos cambios es que siempre vienen asociados con 'terremotos' demográficos y esta vez no va a ser diferente como se ha explicado más arriba.