Las regiones que exportan productos de mayor valor añadido son las que concentran las mejores estadísticas de empleo: más trabajo y de mejor calidad
La temporalidad es el gran lastre de España del que se derivan el resto de problemas económicos. Todos, desde la baja productividad hasta la escasa recaudación, tienen origen en la mala calidad del mercado laboral. El problema es tan grave como que la tasa de temporalidad duplica a la de la Unión Europea, llegando a superar el 26% de los asalariados. Esto es, 13 puntos más que Europa y 16 puntos más que Alemania.
La reforma laboral, que se concibió para facilitar el despido de los indefinidos y así fomentar el empleo de calidad, apenas ha logrado avances para frenar esta lacra. Y tampoco lo hicieron previamente las reformas destinadas a aumentar la protección de los trabajadores. ¿Qué pasa si el problema fuese que estábamos aproximándonos al problema desde un punto de vista incorrecto? Un análisis de CaixaBank Research muestra la correlación que existe entre el modelo productivo y la tasa de temporalidad en las mismas. El resultado es que aquellas comunidades autónomas que consiguen elevadas cotas de valor añadido en su producción tienen un mercado laboral de más calidad, evidenciando la importancia del modelo productivo sobre el empleo.
La correlación es innegable. En las comunidades en las que las exportaciones cuentan con mayor valor añadido (son más complejas), los niveles de temporalidad se acercan al 20%. Es el caso de las zonas industrializadas: Navarra, País Vasco o Castilla y León. Por el contrario, las comunidades que se dedican a exportar productos sin valor añadido, los niveles de temporalidad se disparan hasta el 35% e incluso más. De esta forma, Extremadura, Murcia y Andalucía alcanzan los niveles de precariedad más altos de toda la Unión Europea, con uno de cada tres empleos temporales.
Estos datos muestran que la calidad del empleo está estrechamente relacionada con el tejido productivo; cuanto más desarrollado esté más estables son las contrataciones. Los trabajos más complejos, que aportan mayor nivel añadido, requieren un nivel de cualificación y experiencia superior que solo se consigue con plantillas estables. La elevada rotación es un lastre para la productividad en cualquier sector, pero para los más tecnológicos se convierte en una condena a muerte.
"La producción de bienes más complejos destinados a los mercados de exportación suele estar asociada con tareas que requieren de más conocimientos específicos a la empresa y al puesto de trabajo en cuestión, por lo que cabría esperar una relación negativa entre la complejidad de los bienes producidos y la temporalidad laboral", explican las investigadorasClàudia Canals y Judit Montoriol. "A mayor complejidad, menor temporalidad", sentencian.
Según su análisis, la probabilidad de tener un contrato temporal en Madrid es 2,2 puntos inferior a la de Extremadura "debido a las diferencias en la complejidad de los productos que se producen en ambas comunidades autónomas". Una vez limpiados el resto de factores que influyen en el tipo de contrato, las investigadoras concluyen que "los resultados no dejan lugar a dudas: la complejidad de los bienes producidos tiene un impacto notable sobre la probabilidad de obtener un empleo temporal". En otras palabras, el progreso del tejido productivo mejora significativamente la calidad del empleo.
De todas las comunidades autónomas Murcia es la que exporta bienes menos sofisticados. No es extraño que sea así, ya que la mayor parte de su comercio se limita a los productos de la 'huerta murciana' y a derivados del petróleo procedentes de la refinería de Cartagena. En total, más del 50% de los productos que exporta tienen un nivel de complejidad muy bajo.
Por el contrario, Castilla y León no tiene ni un 5% de sus exportaciones centradas en productos de tan baja sofisticación. Por el contrario, en torno al 50% de sus ventas al exterior son de automóviles y bienes de equipo de alta tecnología, lo que sitúa a la comunidad como la de mayor valor añadido en su producción.
La conclusión es evidente: "No solo importa cuánto se exporta sino también lo que se exporta", señalan las investigadoras. Para las regiones en las que la precariedad es la norma una buena política económica es apostar por los sectores de mayor valor añadido. "Fomentar la producción de bienes más complejos puede ayudar a reducir la elevada temporalidad de la economía española y al mismo tiempo impulsar el crecimiento de la productividad a largo plazo". ¡Ah, el problema endémico de España!
Correlación con la educación
En todos estos casos es complicado localizar qué es causa y qué consecuencia. ¿La temporalidad determina el tejido productivo o es al revés? Está claro que las empresas que producen bienes sofisticados necesitan una relación laboral duradera con sus trabajadores, lo que permite fomenta la contratación indefinida. Sin embargo, también es cierto que se instalan en regiones en las que la población activa está más formada, que es precisamente aquella que más posibilidades tiene de conseguir un contrato estable.
Lo que es indudable es que el nivel educativo tiene una importancia clave para determinar la calidad del tejido productivo y del empleo. La tasa de temporalidad se reduce en todas las regiones a medida que aumentan el nivel de estudios, es decir donde hay más capital humano. Por ejemplo, en Murcia, la tasa de temporalidad entre los trabajadores con estudios primarios asciende hasta el 54%, mientras que los que tienen estudios superiores apenas sufren una temporalidad del 27%, menos de la mitad. No sorprende por tanto que las regiones que obtienen los mejores resultados educativos en el Informe PISA como son Castilla y León o Navarra, tengan también el tejido productivo más desarrollado.
Lo que no resulta tan intuitivo es que la mejora en el tejido productivo beneficia con más intensidad a las personas con menos formación. La probabilidad de que un trabajador con estudios primarios tenga un contrato a tiempo parcial es 6,6 puntos porcentuales inferior en Madrid que en Extremadura.
Esto significa que la mayor calidad del tejido productivo beneficia a todos los ciudadanos, pero especialmente a los que tienen menor nivel de formación. "Los trabajadores de menor nivel educativo son los que salen más beneficiados, en términos de una menor temporalidad, de trabajar en sectores que producen bienes más complejos", explican las autoras del estudio. En estas regiones, las empresas extienden los contratos indefinidos también a los empleos de menor valor añadido, en buena medida por la escasez de mano de obra.
El 'empleo basura' se localiza en las comunidades con peor modelo productivo