Los problemas de ser joven en España

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Los problemas de ser joven en España

Muro Stop

Las descripciones de los jóvenes como los grandes perdedores del cambio en la estructura social que se ha producido en las últimas décadas en España se suelen centrar en comparaciones de estos jóvenes con sus padres y, como mucho, sus abuelos. Esto sustenta la idea que de todas las generaciones han mejorado los estándares de las anteriores y tiene detrás una visión algo ingenua, incluso miope, del desarrollo. Los europeos que nacieron después de la II Guerra Mundial han sido unos privilegiados. No está claro que quienes fueron jóvenes en la década de los cuarenta vivieran mejor que los que lo fueron en los felices años veinte. La ilusión de que siempre hay margen para la movilidad social ascendente es más bien eso, una ilusión. Aunque sea doloroso decirlo, a pesar de la extraordinaria expansión educativa que hemos protagonizado, o en parte por eso, hoy por hoy hay pocas perspectivas de lograr sociedades más fluidas sin que un cambio tecnológico de gran escala y que expandiera la demanda de trabajos altamente cualificados abra oportunidades similares a las que tuvieron quienes fueron jóvenes en los años sesenta y setenta.

La ilusión de la movilidad incesante puede alimentar frustraciones que poco tienen que ver con las políticas incluso aunque tengan un gran impacto en el comportamiento político y social de los jóvenes. Creemos, por ejemplo, que la crisis ha generado una frustración de expectativas tanto o más importante que la exclusión objetiva a la que se enfrentan algunos jóvenes. La relación de todo ello con fenómenos como la nueva emigración, es un tema apuntado pero poco explotado en el libro y que, sin duda, merecerá más reflexión en el futuro.

Los jóvenes han pagado la crisis con especial dureza. La renta mediana de de los jóvenes se redujo un 20%. En el mismo periodo la renta de los mayores de 65 años aumentó un 5%. Las razones son conocidas: los jóvenes estaban muy expuestos al desempleo y la temporalidad, mientras que los pensionistas han conservado sus ingresos.

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Durante la crisis también se disparó el porcentaje de jóvenes en riesgo de pobreza. Aumentó en 16 puntos. Ahora mismo un 40% de los jóvenes españoles entre 16 y 24 años están en riesgo de pobreza: viven en hogares que ingresan menos del 60% de la renta mediana. Para los niños también creció el riesgo de pobreza en estos años. En cambio, las pensiones si fueron capaces de proteger a los más mayores. En 2006 más un 30% de los mayores de 65 años vivía en riesgo, pero hoy la cifra se ha reducido al 14%.

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Detrás de esto está, claro, el empleo. Una de las claves es el despido de temporales. Entre 2007 y 2016 se destruyó el 64% de los empleos de jóvenes temporales. Los jóvenes, además, sufren una enorme tasa de temporalidad. El 73% de los trabajadores menores de 24 años son temporales. Y eso después de la crisis. 03

La crisis de los jóvenes tiene otras consecuencias. Algunas que no les afectan solo a ellos. El mejor ejemplo es la baja natalidad. En 2007 el número de hijos, que ya era bajo en comparación con nuestro entorno, volvió a caer y ahora mismo es de 1,3 niños por mujer.  Cuando se les pregunta, tanto los hombres como las mujeres dicen que preferirían tener dos. La edad media al tener el primer hijo, que se había estancado en bonanza y gracias a la inmigración, volvió a dispararse. La edad media a la que las mujeres españolas tienen el primer hijo son casi 31 años. Es el país europeo donde más tarde se tienen hijos.

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La relación entre maternidad tardía y empleos precarios parece evidente en Europa.

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Como apuntábamos al principio, el Estado de Bienestar no soluciona estos problemas, o no los enfrenta con al suficiente energía. España es relativamente buena sacando a los pensionistas de situaciones de riesgo de pobreza —las pensiones funcionan—, pero es de los peores países de Europa al hacer lo mismo con los niños y los jóvenes.

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Las políticas públicas en España también podrían atender mejor a la infancia. Hemos hablado de los problemas laborales de los jóvenes, pero hay que recordar algo más: esos problemas se concentran sobre todo en jóvenes con menos estudios. El Estado podría actuar en diferentes frentes y especialmente en dos: combatiendo el abandono escolar y evitando la repetición. Los dos problemas se concentran en familias pobres. El abandono escolar roza el 45% para las familias del quintil pobre, mientras que en las familias del quintil rico no llega al 10%. El otro problema es la repetición. España es el país de Europa donde más alumnos repiten curso. Además la probabilidad de repetir es mucho mayor para los hijos de familias pobres, incluso a igualdad de resultados.

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Los jóvenes actuales, nacidos en entre los ochenta y los noventa, han tenido la suerte de crecer en un país más próspero, más abierto y más libre. Pero en su paso a la vida adulta se han dado de bruces con una triple crisis: la económica la social y la institucional.

El muro invisible