Ir mal en Matemáticas por cambiarse de comunidad

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Ir mal en Matemáticas por cambiarse de comunidad

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La dispersión curricular es tal desde 2014 que un alumno que se cambia de región puede no ver contenidos o verlos dos veces. Los editores critican un trabajo “ingente”

Un escolar que se mude de comunidad puede aprobar toda la educación obligatoria a los 16 años sin haber visto determinados conocimientos o, al revés, habiendo estudiado dos años lo mismo. Así, un recién llegado a La Rioja empieza 4º de Primaria (nueve años) retrasado en Matemáticas porque sus compañeros ya han aprendido a multiplicar con decimales el año anterior, algo inhabitual en el resto de España. Esta dispersión curricular es fruto de la libertad con la que cuentan los Gobiernos autonómicos para elaborar su proyecto. La Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) se quejó airadamente el pasado jueves —“es un delirium tremens”, afirmó su director ejecutivo, Antonio María Ávila, a EL PAÍS— y el Ministerio de Educación y FP ha convocado una reunión este miércoles para apaciguar.

Ese escolar, dependiendo de su región de origen, habrá tenido que estudiar (o no) en 3º números de cinco cifras, las potencias o los números romanos. El nivel de detalle en los currículos es tal que no todas las autonomías exigen aprender los milímetros o los miligramos ese curso, aunque sí el metro y el kilo. Para alivio de los sellos editoriales, estos pueden sumar contenido, así que muchos optan por enseñar todo el sistema métrico para dar coherencia a su manual.

Las diferencias curriculares perviven todo el ciclo de Primaria. Si el alumno se muda con 11 años a Canarias, Castilla-La Mancha o Comunidad Valenciana, no oirá hablar de ríos, relieve o climas, porque en estas comunidades se estudian en 5º. “Está bien que cada comunidad quiera enseñar lo suyo, pero los ríos son ríos y los reyes, reyes, y deberían aprenderlos todos a la vez para que no haya estos perjuicios si una familia se cambia de ciudad”, afirma Leticia Cardenal, presidenta de la confederación de asociaciones de padres (CEAPA). “Lo que hace falta es voluntad política para cambiar el sistema y sin Gobierno no se puede. Se necesitaría un periodo de transición, pero se puede hacer si se quiere”.

La disparidad se prolonga en Secundaria. En casi todas las regiones, los estudiantes pasan a 2º habiendo aprendido hasta la Hispania romana, pero los navarros y riojanos no pasan de Egipto y los madrileños llegan a los visigodos, con el consiguiente quebranto para quien se establece en otra comunidad. Los canarios ni tienen Historia en 1º de ESO.

En tres años, según el gremio, se han publicado 450 leyes, decretos, órdenes y resoluciones en las 17 comunidades que afectan a la edición. Todos los Gobiernos defienden sus competencias para diseñar el 35% del temario (45% en las comunidades con lengua propia). “¿Qué ha pasado para que los editores salten? Les encantaría tener un solo libro para todo el Estado. ¿La dirección general pidiendo que se incluya el pito rociero como instrumento musical de estudio [se comentó en la rueda de prensa]? No me reconozco, la Junta no puede entrar en metodología, que depende del editor y del profesor”, arguye un ex alto cargo de Educación con los Gobiernos socialistas en Andalucía. La consejera canaria de Educación, María José Guerra, abunda: “Me parece delirante, los niños tienen que entender la importancia de los ríos y que en Canarias solo tenemos barrancos, es información científica. ¿La polémica es económica o política? Los editores objetan el mismo Estado de las autonomías y no pueden obviar la diferenciación entre comunidades”.

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Un asturiano aprendía lo mismo que un extremeño hasta que el Estado empezó a transferir las competencias educativas en 1996. Se fragmentaron los proyectos, se multiplicaron los ordenamientos jurídicos y los sellos se adaptaron. El Estado diseñaba el temario básico para cada nivel y las autonomías lo completaban, pero desde que en 2013 se aprobó la Ley Orgánica para la Mejora de la Educación (LOMCE, la ley Wert) todo se ha complicado. El programa básico abarca toda la etapa, cada comunidad tiene seis años en primaria y cuatro en secundaria para decidir en qué momento enseña un tema. Por ejemplo, Murcia imparte la reproducción en los tres últimos cursos de primaria, Madrid en dos y la mayoría de las regiones en 6º. “El ministro [José Ignacio] Wert dio libertad a las comunidades en el currículo con la idea de homogeneizar de forma finalista con las pruebas de evaluación de 6º de primaria y 4º de secundaria, pero luego no las ha habido”, razona Nicolás Fernández Guisado, presidente del sindicato ANPE (Asociación Nacional de Profesionales de la Enseñanza).

“¿Realmente es tan necesario cambiar el currículum de 3º a 4º? Eso complica a las familias, porque no hay continuidad si se mudan, y supone retraer en innovación educativa”, sostiene Teresa Grence, directora de Contenidos de Santillana (empresa de PRISA, editora de EL PAÍS). “Necesitamos un año para diseñar un proyecto y, si tenemos que hacer tantos títulos, no podemos dedicar recursos humanos a explorar nuevas metodologías”, plantea. En Santillana, una plantilla de 160 personas entre editores y técnicos elaboran los libros y hay que sumar los colaboradores.

“Me cuesta creer que haya criterios pedagógicos con tanta disparidad. Las fracciones en unas regiones empiezan a estudiarse en 3º y en otras, en 4º de Primaria”, se suma Aida Moya, directora de Contenidos Globales de SM. “Acudí a una reunión al ministerio en la que cada comunidad salió diciendo que su currículo era el mejor, y estaban muy contentas (…) Madrid fue la más peleona, la que hizo el desarrollo curricular más dispar, llegó a dejar bloques enteros fuera de los cursos. Y fue la única que en 5º no daba el cuerpo humano”, ejemplifica.

El viernes, la ministra Isabel Celaá culpó al exministro Wert de la multiplicación de manuales por aumentar las materias: “Es una derivada indeseable de la LOMCE, una ley que establece asignaturas troncales, de libre configuración y específicas”. Fernández Guisado recuerda que hasta 2006, con la ministra María Jesús San Segundo (PP), los manuales pasaban el control de Inspección Educativa antes de publicarse. Actualmente, el control es posterior

A la dispersión de contenidos se suma que cada Gobierno añade otros saberes. Por ejemplo, muchas regiones en Física y Química de ESO destacan el papel de las científicas. O Madrid, en Tecnología ha incorporado la programación, la robótica y la impresión 3D y ha restado peso a lo no relacionados con nuevas tecnologías.

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Algunas de las decisiones pueden interpretarse como políticas. Andalucía y Madrid incluyen los Estados del mundo y la organización territorial de España en la Geografía de 1º de ESO. Y las comunidades con idioma propio o Canarias inciden en su entorno. En el País Vasco, por ejemplo, en el capítulo del territorio de España en la antigüedad dedican mucho espacio a la romanización de esta zona y el legado romano, aunque la huella no es grande allí.

Eso sin contar con que, además de manuales, hay guías didácticas, programaciones, ejercicios de refuerzo, ampliaciones, también en versión digital. Lo ilustran las cifras de Santillana: en 2007 publicaban 150.000 páginas en 1.500 títulos. Y este curso, 250.000 páginas en 2.400. Los contenidos se modulan para adecuarse a la edad, la dificultad del texto o la ilustración.

El presidente ANPE reclama que “ante una reforma educativa, estas cuestiones hay que mirarlas y corregirlas porque afectan a los derechos del alumno y lesionan la igualdad de oportunidades de acceso al conocimiento”. "Las autonomías veían censura cuando no era así y se ha terminado con la vertebración de la educación, que es fundamental”, añade.

Antonio Garrido, presidente de la comisión del libro de texto del gremio catalán y director general de Edebé, cree que se debían buscar consensos liderados por el ministerio “sobre todo en todo aquello que no tiene nada que ver con temas territoriales o culturales”. Así, propone el modelo alemán con los lander, donde “Física y Química, Matemáticas y Biología y Geología son materia común, mientras que en las Ciencias Sociales hay una parte de cada land; así podríamos hacer nosotros también mejores libros”.

Antonio María Ávila no solo criticó la dispersión curricular, sino que llegó a acusar a las autonomías de presionar a los editores con “mecanismos bastardos” para “decir lo que ellas quieren y no lo que la ciencia dice”. Aunque otros no le respaldan, como la Asociación Galega de Editoras (AGE) que niega presión de la Xunta. Bernat Bataller, director comercial de la valenciana Edicions Bromera, opina lo mismo: “No hay ninguna directriz de los políticos, hemos tenido alguna reclamación anecdótica de alguien relacionada, por ejemplo, con un texto sobre el preservativo”.

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