Los políticos se han ido de nuevo de vacaciones, y la situación tiene visos de alargarse sine die con la sombra de nuevas elecciones, mientras que el mercado laboral y la economía parecen haber iniciado una particular cuenta hacia atrás tras casi seis años de rally. El resultado del paro y del empleo de julio confirma que el deterioro es más importante de lo que Sánchez mencionaba en el último debate de investidura y que la segunda mitad del año se ha iniciado con una desaceleración generalizada por actividades. En especial, se observa un frenazo en seco del motor del empleo en la salida de la crisis, es decir, en la hostelería (turismo), y en la construcción, que parecía encaminarse al ritmo previo al estallido de la burbuja inmobiliaria.
El empleo registró en el arranque del tercer trimestre una pérdida de vigor que el Ejecutivo no esperaba y que la EPA y el PIB del anterior trimestre ya vaticinaban. Julio no registraba un ritmo de creación de empleo tan bajo, tanto en número (15.514) como en porcentaje (0,08%) respecto al mes anterior, desde 2012, en plena segunda recesión. En el mismo mes de hace un año, la Seguridad Social consiguió 35.819 afiliados medios (0,19%). Por tanto, la desaceleración de la creación de empleo es más que evidente.
La situación es complicada ya que durante este mes se alcanzó un récord en la contratación (2.179.527), pero el sistema público de pensiones necesitó que se hicieran 140 contrataciones para consolidar cada uno de esos 15.514 nuevos cotizantes en media mensual, que desaparecerán en su mayoría en agosto o en los próximos meses. Hace un año, en julio de 2018, se hicieron 93.000 contratos menos que ahora. Sin embargo, el empleo fue mejor y sólo hicieron falta 58 contrataciones para conseguir un afiliado. En 2016, se registró la cifra más baja: 21 contratos por nuevo afiliado. Hay que ir hasta 2012, con más de 300 contrataciones por cada nuevo cotizante, para encontrar un dato superior al de julio 2019. Por tanto, sube el número de contratos mientras baja el de nuevas afiliaciones netas. El resultado podría haber sido peor si el último día del mes hubiera caída en viernes en lugar de miércoles. Pese a todo, en ese día las empresas dieron de baja a casi 261.000 personas. Lo que evidencia claramente el retroceso que se está produciendo, aunque la Seguridad Social registra en julio un nuevo récord de cotizantes (19.533.211). En todo caso, la calidad contributiva sigue mermando.
En términos anuales sucedió algo similar. El número de nuevos afiliados creció en 490.401 (2,58%), pero hace un año el rimo anual era de 553.481 (2,99%). Se trata de la cifra más baja desde 2014, también en porcentaje, desde el inicio de la salida de la crisis.
Pérdida de ritmo de empleo
Otra curiosidad del empleo en este mes es que, pese al anuncio del envío de cartas conminatorias, el sector educativo despidió a 109.000 personas en este mes, casi la misma cifra que en 2018. Además, se ha producido un descenso de 7.700 trabajadores no asalariados (autónomos), ya que algunos suelen darse de baja a la Seguridad Social para coger vacaciones aunque es probable que hayan visto empeorar también su situación.
Además, en términos desestacionalizados, es decir, homogeneizando el mes con los del resto del año, se ve claramente la brutal pérdida de ritmo del empleo. Se crearon sólo 4.334 frente a los 32.732 del mes anterior o los 24.565 de hace un año. Es el peor registro desde 2013.
Las contrataciones, pese a la mejoría en número, empeoraron las condiciones laborales de los trabajadores. Aumentaron en casi 93.000 respecto al mismo mes de 2018 hasta esos casi 2,2 millones gracias al alza de los temporales (97.000 más) por la estacionalidad mientras que los indefinidos prolongaron su caída en el sexto mes consecutivo (4.438 menos).
En lo que va de año se han producido 64.681 contratos fijos menos que hace un año. En julio se registraron sólo 185.713 contrataciones, de las que el 40% fueron conversiones de temporales que había cumplido el periodo legal, frente a las 190.151 en el mismo mes de 2018 (2,33% menos cuando en julio de 2018 subían un 25,10%). Lo que significa que sólo el 8% de las contrataciones totales fueron indefinidas. Sin embargo, el 40% de ellas (74.522) se destinaron a contratar a tiempo parcial. Por tanto, sólo se produjeron en este mes 111.191 contratos fijos a jornada completa, es decir, sólo el 5% del total de las contrataciones.
Contratos temporales
En cuanto a los contratos temporales, crecieron un 5,13% en el año pero sigue aumentando la precariedad ya que el más del 37% se formularon a tiempo parcial. Si sumamos el total de contratos por horas (indefinidos y temporales) sale que en julio se hicieron casi 815.000, es decir, casi el 38% de esos 2,2 millones de contrataciones totales. En todo caso, no se contrataron a 2,2 millones de personas sino a menos de 1,6 millones. De esta forma, a cada persona contratada se le hicieron en julio una media de 1,37 contratos. La cifra llega a 1,41 en los temporales, un nuevo récord.
Los datos de paro fueron peores a los previstos, al menos por Sánchez, que vaticinó en el debate de investidura que bajaría en julio por debajo de los tres millones. Pese a la modesta caída de 4.253 (la mitad son extranjeros), se mantiene en 3.011.433. Es el peor resultado en este mes desde hace 11 años (2008). Se resiste a bajar de esta cifra psicológica en la que lleva desde abril de 2016 cuando descendió de los cuatro millones.
La estadística confirma que se ha detenido la reducción del empleo ya que ese descenso era de 27.141 hace un año y, por ejemplo, caía en casi 84.000 personas en 2016. En términos desestacionalizados se observa que el problema empieza a ser serio ya que el desempleo subió en este mes en 2.915. Y es la segunda subida consecutiva. No sucedía desde 2013.
La Seguridad Social necesitó 140 contrataciones en julio para conseguir un nuevo afiliado