La natalidad en nuestro país se ha desplomado a mínimos históricos. Y sin embargo, son muchas las mujeres que se quedan con ganas de tener más hijos. ¿Por qué se da esta contradicción? ¿Es posible revertir la tendencia a la baja?
Carmen, de 40 años, divorciada y con una niña, ha asegurado varias veces a sus padres que si le tocara el Euromillón tendría otro hijo. Pero los sufridos abuelos, que se ocupan de recoger a diario a la nieta de cinco años en el colegio, le han dicho que no cuente con ellos, que ya están mayores y que no podrían ocuparse de otro niño. "Me voy a quedar con las ganas", cuenta Carmen, que trabaja de comercial en Alicante y hace todos los días muchos kilómetros en coche, "y eso que no me quito de encima el resquemor de que si le pasara algo a mi niña me quedaría sin hijos. Me gustaría darle un hermano, pero yo sola, sin pareja, no puedo afrontarlo, ni económica ni logísticamente".
La hija de Carmen, salvo sorpresa del Euromillón, pertenecerá a ese 27% de niños que son hijos únicos, una tendencia al alza en los últimos años en nuestro país. Y es que las españolas están teniendo de media 1,3 hijos (la segunda tasa de fertilidad más baja de la Unión Europea, solo por delante de Malta, según Eurostat). La natalidad lleva años cayendo hasta situarse en mínimos históricos: en el primer semestre de 2018, según los últimos datos del INE, nacieron 179.794 bebés, la cifra más baja de toda la serie histórica que comenzó a elaborarse en 1941, y casi un 6% menos que en 2017. Una lectura superficial de estos datos podría llevar a pensar que se deben al ritmo de vida actual o al cambio de prioridades en nuestra sociedad tras la masiva incorporación de la mujer al mercado de trabajo.
Pero sin embargo la Encuesta de Fecundidad 2018 del INE ha revelado la realidad que esconden: las españolas se quedan con ganas de tener más hijos; casi la mitad de las que están entre los 18 y los 55 años desearían llegar a dos, algo en lo que también coinciden los hombres. "El ideal de los dos hijos está muy extendido, se mantiene estable desde hace décadas entre hombres y mujeres. Pero en España no se alcanza esa cifra por toda una serie de razones que hacen que no encontremos ni el momento ni el contexto adecuado para tener hijos", afirma Teresa Castro, demógrafa del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Y sobre eso precisamente, sobre no encontrar ni el momento ni el contexto para la maternidad, también arroja luz la última entrega de la Encuesta de Fecundidad (la anterior se había realizado en 1999): se debe a razones económicas, laborales y de conciliación de la vida familiar y profesional. "Que la gente tenga menos hijos de los que desea es un fallo del sistema, un síntoma de que la sociedad no está bien organizada", afirma Castro, que añade: "Hay que crear las condiciones para no verte obligado a renunciar a tu vida personal ni profesional al tener un hijo, que la crianza no solo sea responsabilidad de la familia y de la mujer, sino que se distribuya algo mejor, cosa que no ocurre en España".
La media de edad a la que las mujeres tienen el primer hijo en España es de casi 31 años. Se posterga la decisión hasta conseguir una situación laboral estable, algo que puede retrasarse mucho. La precariedad del mercado de trabajo, que se ceba especialmente entre los jóvenes, y las dificultades para emanciparse y tener su propia vivienda ciertamente no ayudan. A los 29 años, María, que trabaja en una empresa de distribución, empieza ya a notar cómo corre el reloj. Se puede considerar afortunada porque con su sueldo de 1.100 euros netos al mes es algo más que mileurista pero, al ser autónoma y no estar muy segura de lo que le durará el trabajo, aún no se ha decidido a irse a vivir con su novio. "Me gustaría más de un hijo, así que como muy tarde debería empezar a tenerlos a los 30 y pocos. Pero para lanzarme debería contar con cierta estabilidad laboral y con un lugar donde vivir, porque ahora estoy todavía con mis padres... Y todo eso se alarga en el tiempo y lo mismo solo puedo tener uno. Quiero crecer profesionalmente y si soy madre ahora me estancaría, no sé si mi empresa seguiría contando conmigo. Me da la sensación de que, si se produce ahora, sacrificaría mi carrera, y no estoy dispuesta".
No solo quienes tienen un alto nivel educativo retrasan el momento de ser madre, es algo que actualmente sucede, señalan los expertos, en todos los estratos sociales. Esto conlleva inevitablemente un descenso de la fecundidad, porque cuando se toma la decisión ya no hay tiempo de tener varios hijos. "En España cuesta mucho pasar del primero al segundo", explica Castro. Le está sucediendo a Patricia, peluquera de 41 años y madre de una niña de tres: "Me encantaría que llegara otro, pero si no me doy prisa va a ser imposible. Me cuesta dar el paso, porque ahora ya estoy bien organizada con uno solo".
En ocasiones el aplazamiento del primer hijo conduce inexorablemente a no tener ninguno, porque a partir de los 35 años disminuye la fecundidad biológica y es más difícil quedarse embarazada. Los expertos calculan que solo un 5% de las mujeres deciden en España no tener hijos de manera consciente, meditada y definitiva. Y sin embargo, según la Encuesta de Fecundidad, el 18% de las mayores de 45 no son madres. De ellas, el 15% habría querido uno y el 45%, dos. "Son mujeres que han tenido que pelear tanto por todo que llegan a los 40 anestesiadas, en plena vorágine. Algunas sufren el no haber tenido hijos pero son un número relativamente pequeño. Es una herida que no se nota, solo cuando se acerca el final y se dan cuenta de que es poco probable que lo consigan", afirma la socióloga María Ángeles Durán.
Eso fue precisamente lo que le ocurrió a María José, de 48 años, que trabaja en el departamento de ventas de una empresa de construcción y que ha asumido recientemente que no va a ser madre: "He cambiado de trabajo muchas veces y nunca era buen momento para tener hijos. No había pensado seriamente en ser madre hasta que me planté en los 40 y a esa edad sí que me entraron ganas, aunque supongo que influyó mucho pensar que se me pasaba el arroz... Sufrí dos abortos naturales, a los 41 y a los 43. En esa época tenía un trabajo muy estresante y no quería que se enteraran de que me había quedado embarazada, a lo mejor si hubiera hecho algo de reposo no habría abortado, no lo sé... Después de eso, me sometí a tres tratamientos de fertilidad pero se estropearon los embriones. Mi pareja y yo teníamos claro que no queríamos ovodonación, así que cuando no funcionó lo dejamos. He asumido ya que no tendré hijos y me he enfocado en otras cosas. Supongo que pensábamos que seríamos siempre jóvenes, que no se nos iba a acabar el tiempo, pero se nos terminó sin que nos diéramos cuenta. Hay cosas que hay que hacer en su momento. Si lo hubiera pensado antes, quizás habría congelado óvulos".
Como ella, son cada vez más las españolas que recurren a técnicas de reproducción asistida. El 5,4% de las de entre 18 y 55 se han sometido alguna vez a un tratamiento, asegura la Encuesta de Fecundidad. Y según el Ministerio de Sanidad, el 8,6% de los niños españoles nacen ya gracias a esta técnicas.
Las dificultades para la conciliación, con jornadas laborales largas, la escasez (y alto coste) de escuelas infantiles y con frecuencia la falta de corresponsabilidad en el hogar frenan a la hora de tomar decisiones reproductivas. Y eso también hace que sean muchas las que se queden con ganas de tener un tercer hijo, algo que se llega incluso a ver como un verdadero lujo al alcance de pocos. Una de cada cuatro españolas querría tener tres, según el INE. Y, sin embargo, solo el 8% de las familias alcanzan esa cifra.
Bárbara, periodista mileurista, madre de dos hijas de cuatro y tres años, es una de las que se van a quedar con ganas de familia numerosa: "La primera niña la tuvimos de manera inconsciente, sin pensarlo. Tampoco le dimos muchas vueltas a la segunda. Pero para ir a por el tercero nos hemos sentado, lápiz y libreta en mano, a echar cuentas mi marido y yo. Y no salen. Hemos llegado a la conclusión de que en nuestra situación actual es imposible. Es una cuestión de dinero. Tendríamos que cambiar de coche, de casa, sumar una guardería más... Yo gano poco más de 1.000 euros, y mi marido algo más, pero aun así estamos muy justos. Por cada niña pagamos casi 300 euros entre el cole y extraescolares. Y con los sueldos de este país no puede ser que la guardería llegue a costarte 500 euros. Además, ahora estamos ya muy organizados para ocuparnos por las tardes de ellas, unos días él y otros yo. No podemos permitirnos contratar a nadie y no queremos tirar de abuelos, ellos nos ayudan cuando alguna se pone mala o en los días que no hay cole, que ya es bastante... Hemos organizado bien la logística y si tuviera un tercero se me iba a pique. Es un tetris en el que no puedo cuadrar otro niño, por más que me gustaría".
¿Cómo encajar ese tetris? La Encuesta de Fecundidad da pistas muy claras de qué exigen las españolas para tener más hijos: permisos de maternidad y paternidad más largos. Flexibilidad en el horario de trabajo. Y una asignación para familias con hijos menores a cargo.
"Corresponde a los responsables públicos y al mundo de la empresa garantizar los medios necesarios para que se haga realidad el deseo de tener hijos", afirmó en Expansión Isaura Leal, al frente del Comisionado para el Reto Demográfico, órgano dependiente del Ministerio de Política Territorial que fue creado a bombo y platillo hace dos años y que prácticamente no ha tomado ninguna medida concreta para abordar este reto.
"El Estado debe asegurar, en primer lugar, que no te despidan a causa de los hijos, y en segundo, que no te despidas tú del mercado de trabajo porque no te compensa tu profesión después de tener hijos", afirma Castro. Y la socióloga María Ángeles Durán denuncia que "no nos estamos tomando en serio la baja natalidad porque los efectos son a medio plazo, a corto no se nota mucho, lo que sí se ve es la frustración de muchas mujeres sobre todo, también hombres, relativamente jóvenes que a los 45 no han logrado tener hijos".
De momento, mientras decidimos si nos lo tomamos en serio, seguimos lejos de ese 2,1 hijos por mujer que garantiza el reemplazo generacional. Quizás habría que tener muy claro lo que afirmaba una viñeta de El Roto: "Sin niños no hay futuro. Sin futuro no hay niños".