En el ránking de la consultora Quacquarelli Symonds, que fija los 1.000 mejores campus del mundo, las 27 instituciones españolas han perdido posiciones con respecto al año anterior
La universidad española está dando señales de asfixia. Después de sobrevivir a la crisis económica y mantenerse durante los primeros años de la recuperación, comienza a mostrar nuevas flaquezas en los principales indicadores de calidad. El ránking de la consultora británica Quacquarelli Symonds (QS), que selecciona a los 1.000 mejores campus del mundo, advierte en su última edición, publicada anoche, que más de la mitad de las 27 instituciones españolas incluidas en su clasificación han perdido posiciones.
Los expertos de QS advierten de que los campus españoles han experimentando descensos en las seis métricas utilizadas para hacer la lista, sobre todo en reputación académica (que cuenta el 40% de la nota), atracción de profesorado extranjero y en el indicador de citas por profesor, que muestra una caída en el desarrollo de las investigaciones y afecta negativamente a 16 de los 27 campus.
QS dice que el "desempeño de las investigaciones se ha deteriorado" por el descenso de la financiación en I+D entre 2008 y 2014. Dice que, a pesar de que ha crecido durante 2018, "queda mucho por reformar antes de que la financiación sea repartida y accesible con la eficiencia requerida para investigaciones de primer nivel".
"Ya veníamos alertando de esto, el volumen o número de las publicaciones de las universidades españolas sigue aumentando, aunque con un crecimiento menor. Sin embargo, la calidad se está resintiendo", expresa Francesc Solé Parellada, catedrático de la Universidad Politécnica de Cataluña y vicepresidente de la Fundación Conocimiento y Desarrollo.
Este think tank fue el primero en ver el problema. En su informe anual señala que el número de documentos españoles publicados durante 2016 supera los 90.000. Es una cifra abultada en comparación con lo que ocurre en otros países. España se mantiene en la undécima posición de la OCDE en volumen de producción, sólo superada por países de la talla de EEUU, China, Reino Unido o Alemania. Al mismo tiempo, el porcentaje de producción en la que los investigadores españoles aparecen como primeros autores está decayendo a nivel internacional y hay un descenso en la excelencia científica, en términos del porcentaje de trabajos que se encuentran entre el 10% de los más citados a nivel mundial.
Solé Parellada atribuye esta caída a dos causas. Por un lado, dice que, en un contexto donde la competencia en el mundo ha aumentado de forma acelerada, los equipos directivos de los campus españoles tienen "baja autonomía para tomar las decisiones correctas a consecuencia de su rígido marco jurídico".
Por otro lado, sostiene que, al haber menos dinero, es más difícil mantener los grupos y las alianzas internacionales y, por tanto, publicar a mayor nivel. "Una disminución de los fondos puede no afectar al volumen de las publicaciones, ya que tiene dos importantes incentivos: los sexenios y las acreditaciones. Los dos incentivos combinados estimulan la publicación. Pero sí afectan a la calidad, ya que se reducen los fondos de los grupos de investigación y, con ello, afectan a la competitividad de los mismos, a las instalaciones, a la internacionalización y a la contrataciones".
Las universidades catalanas ya han avisado de sus problemas financieros. En especial la Autónoma de Barcelona, que dice que está en una situación "limite e insostenible" y prevé cerrar el ejercicio presupuestario correspondiente a 2018 con un déficit de 3,2 millones de euros. "Todos nuestros edificios tienen goteras", se queja la vicerrectora Virginia Luzón, que recalca que la falta de financiación repercute en otro indicador del QS que también empeora: "Estamos bajando en reputación académica porque, como no ha habido relevo intergeneracional, no tienen referentes de nosotros ni nos conocen fuera. También hemos dejado de ir a ferias internacionales y no logramos atraer a los estudiantes extranjeros".
Otro punto que flaquea es la internacionalización de profesores. Según el analista de QS Martin Juno, una universidad española típica cuenta con un 7,2% de docentes extranjeros, un porcentaje "visiblemente inferior" al 16,6% que se registra en promedio a nivel mundial y "aún más lejano" al 18% registrado entre las instituciones europeas. "Más académicos extranjeros puede potenciar el impacto académico global de una institución, pues cuentan con un impacto mayor, medido a través del número de citas científicas obtenidas. También pueden ayudar a expandir las redes de colaboración internacional, un elemento crucial para cualquier institución que desee dejar su marca en el mundo", recalca Juno.
El exceso de investigación de mala calidad socava la Universidad española