En Cataluña, Baleares y Valencia dos de cada cinco empleos creados dependen de los viajeros. Sin el 'boom' del turismo los jóvenes serían la generación perdida y olvidada
Los episodios de turismofobia se están sucediendo en las últimas semanas en diferentes puntos de España que reciben una gran afluencia de viajeros. Los efectos negativos para la población local son evidentes como consecuencia de la gentrificación que genera: eleva el precio de los activos y los bienes, sustituye los comercios, colapsa las infraestructuras públicas… Este es el día a día de muchos ciudadanos, pero también hay quien se levanta cada mañana para ir a trabajar gracias a la llegada de viajeros y las cifras son tan abrumadoras que no conviene ignorarlas. La turismofilia también es comprensible.
En el primer trimestre de 2013, la ocupación en España marcó el mínimo de la crisis. Según los datos de la Encuesta de Población Activa, desde entonces se han creado algo más de 1,4 millones de empleos. De estos, algo más del 26%, (uno de cada cuatro) son empleos relacionados con el sector turístico, según los microdatos de la EPA que analiza trimestralmente Turespaña, organismo público adscrito al Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital. Los datos corresponden al primer trimestre de este año, por lo que se elimina la mayor parte del efecto estacional, que en el turismo es muy intenso, e incluyen todos los empleos relacionados con la industria turística, no solo la hostelería.
Los más beneficiados por la llegada de viajeros son los jóvenes, que sin el empleo turístico serían la generación perdida y olvidada. Desde el primer trimestre de 2013, el número de trabajadores de entre 16 y 29 años trabajando en el sector se ha disparado en casi 90.000 ocupados, mientras que el conjunto de la economía ha creado 50.000 empleos. Esto significa que, sin el turismo, hoy habría trabajando casi 40.000 jóvenes menos que en los peores momentos de la crisis.
Este sector se ha convertido en un salvavidas para muchos jóvenes sin cualificación ni experiencia que, sin un empleo de estas características, tendrían muy complicado salir del paro. Actualmente, todavía más de la mitad de los parados jóvenes no tienen ni siquiera la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Para todos ellos, prescindir del turismo es un lujo que no pueden permitirse. También es cierto que no todos los empleos relacionados con el turismo son de baja cualificación, ni todos los trabajadores del sector no tienen formación. Los datos demuestran que la frase “hasta para poner copas hay que tener estudios” es cierta. Solo un 7% de los trabajadores del sector turístico no tienen ningún tipo de cualificación, mientras que el 65% tienen la ESO y el 28% tienen una titulación superior.
Pero no solo los jóvenes han encontrado un empleo en el turismo. El número de ocupados de entre 30 y 44 años se ha incrementado en algo más de 111.000 personas, de las cuales 93.000 corresponden al sector turístico. Esto es, algo más de un 90% del empleo creado en esta franja de edad. El menor impacto se concentra en los mayores de 44 años, para los que el turismo 'solo' ha creado el 15% de los nuevos empleos.
Los datos del empleo en el sector turístico son todos así de contundentes, pero en las regiones más turísticas lo son todavía más. Cataluña o Baleares, que han sido los principales focos de las protestas, tendrían que asumir que sin el turismo habrían vivido una recuperación mucho más lenta, comparable a las regiones del norte y el interior de España, que ansían tener cifras turísticas como las del este y sur. En Cataluña, Baleares y la Comunidad Valenciana casi un 40% del empleo creado durante la recuperación depende del turismo, esto es, casi dos de cada cinco trabajos nuevos. La situación en Canarias es más extrema, ya que, pese al tirón del turismo, hoy hay casi medio millón de ocupados menos que en 2013.
Todas las regiones turísticas superarán este año el nivel de PIB que tenían antes de la crisis, mientras que en el norte y el interior van con cierto retraso. Es evidente que la actividad que ha generado este sector es muy importante, y no solo por los empleos directos que ha creado (que es lo que miden las estadísticas), sino también por el arrastre sobre el resto de la economía. También es evidente que hay mucho margen de mejora, ya que un sector que es un pilar para el país no puede vivir solo de ofrecer empleo precario a sus trabajadores.
Los niveles de temporalidad que se viven en el turismo no son comparables con el resto de actividades productivas y los que más lo sufren son los jóvenes. En la época de temporada alta el 66% de los ocupados de entre 16 y 29 años tiene un contrato temporal, porcentaje que baja al 61% en temporada baja. Esto es casi triplicar el nivel de precariedad del conjunto de la economía, cifras que son inaceptables para un sector de tanto peso.
El nivel de temporalidad va bajando a medida que se avanza en los tramos de edad, lo que resulta lógico, ya que muchos son trabajadores que llevan años en el mismo puesto. Los ocupados del turismo mayores de 45 años tienen una tasa de temporalidad en torno al 20%, por debajo del 26% del conjunto de la economía, pero por encima del 16% que hay en este tramo de edad.
Un pilar de la recuperación
Los datos no dejan lugar a dudas: esta recuperación no hubiese sido posible sin la aportación del turismo. El Instituto Nacional de Estadística elabora la Cuenta Satélite del Turismo de España en la que calcula el impacto de la actividad turística sobre el PIB, lo que, unido a las estimaciones de Exceltur permite conocer las cifras del sector. Desde el inicio dela recuperación, el PIB turístico ha crecido algo más de un 18%, frente al 11% del conjunto de la economía.
Si se tiene en cuenta que el peso del sector se sitúa en el entorno al 11,5% del PIB, el resultado es que en torno al 19% del crecimiento lo ha aportado el turismo, esto es, uno de cada cinco euros. Las cifras de BBVA Research apuntan que esta proporción todavía se mantiene este año: “Estaría contribuyendo con unas 6 décimas al crecimiento del PIB”, explica Rafael Doménech, responsable de Análisis Macroeconómico de la entidad. Sin la aportación del turismo, la recuperación de España pasaría de ser una de las mayores de la eurozona a una 'del montón'.
Los expertos recomiendan aprovechar el impacto positivo del sector turístico e introducir reformas para hacerlo sostenible desde el punto de vista económico, social y medioambiental. “España tiene una ventaja comparativa en términos turísticos que debe aprovechar y potenciar, y a la que no debe renunciar”, señala Doménech. Si se tiene en cuenta el nivel de paro que todavía soporta el país y la baja cualificación de los parados (en especial de los jóvenes), sustituir el turismo por otra industria en el corto plazo es imposible. Existen pocas alternativas para el reemplazo y muchas para el control y la buena gestión de la llegada de visitantes.
“Estamos en el siglo XXI, hay que ser serios, no se puede crear un tejido industrial de hoy para mañana. Puedes establecer programas para diversificar la economía a largo plazo, pero si mientras puedes aprovechar los ingresos turísticos, es insensato pensar que es malo, a no ser que quieras crecer un punto menos cada año”, señala Manuel Hidalgo, profesor de economía en la Universidad Pablo Olavide. “No hay ninguna actividad que pueda sustituir al turismo rápidamente con posibilidades de éxito”, apunta Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas.
Pero la importancia del turismo va más allá de la actividad y el empleo que está generando, sino también la estabilidad que aporta a la recuperación. En el pasado, cada vez que España crecía, entraba en déficit por cuenta corriente, esto es, necesitaba financiación del resto del mundo para mantener el consumo y la inversión. En esta ocasión tiene capacidad de financiación, esto es, superávit externo, y en gran parte se debe al turismo. Según los datos del Banco de España, la entrada de divisas extranjeras creció algo más de un 10% en el primer trimestre del año respecto al mismo periodo del ejercicio anterior. Si este ritmo se mantiene durante todo el año, la llegada de viajeros foráneos traerá más de 60.000 millones de euros al país, una cifra nunca antes vista.
Y un motor de arrastre
Todas estas cifras miden el impacto directo del turismo en las diferentes variables macroeconómicas. Sin embargo, el turismo es también una actividad que genera un importante arrastre, debido a que es muy intensiva en mano de obra, como muestran los datos de la EPA. Es un sector que genera mucho empleo y además entre las capas bajas de la sociedad, por lo que su propensión al consumo tiende a ser mayor.
Un indicador que refleja bien esta situación es el del comercio minorista, que crece con mayor fuerza en las regiones turísticas. Desde el inicio de la recuperación, en 2013, las ventas en Baleares han crecido un 21% (de media entre enero y junio); en Canarias, un 15%; o en Comunidad Valenciana, un 12%, muy por encima de la media nacional del 7,5%, según los datos del INE.
La construcción se ha incorporado este año a la recuperación, lo que será un factor clave para que la economía española vuelva a crecer tanto como en los dos años anteriores. En este sector, como en el resto, la incidencia del turismo está siendo determinante: las regiones más visitadas son las que más están invirtiendo en ladrillo (nada nuevo para España). En los dos últimos años se han creado algo más de 150.000 empleos en el sector, de los que el 70% se ha generado en las regiones del Mediterráneo y Canarias. Si se une además el 15% de Madrid, el resultado es que en las regiones del norte y el interior apenas se ha creado un 15% del empleo de la construcción. De hecho, en La Rioja, País Vasco o Extremadura se han seguido perdiendo empleos.
Estos datos muestran que el turismo no es solo un foco de crecimiento, también arrastra la actividad a su alrededor. Su calado ha sido tal que en las regiones con menos visitantes, los niveles de PIB están lejos de los que había antes de la crisis. Sin el turismo no se hubiese producido esta recuperación y la economía seguiría muy cerca de los peores momentos de la recesión. Otra cuestión diferente es analizar –con datos– cómo se están repartiendo los beneficios del turismo en los diferentes estratos sociales, pero eso lo haremos en el siguiente artículo.
Sin turismo no hay recuperación: genera uno de cada cuatro empleos desde 2013