"Estamos realizando un autogenocidio consensuado". Así de contundente es el economista Manuel Blanco Desar, que advierte de que la caída de la fecundidad en Europa y, concretamente en España, es una de las situaciones más graves. Alerta, en este sentido, que la sociedad española está envejeciendo rápidamente pero que, al no estar concienciada, "nadie hace nada".
Bajo esta premisa, Blanco Desar se atreve a diagnosticar a la sociedad española: "No es un problema, es una patología". Según el autor de Una sociedad sin hijos, que participó el lunes en el IV foro "Stop Suicidio Demográfico" celebrado en el Senado, la principal anomalía es la anosognosia. “El enfermo se niega a asumir la enfermedad”, explica.
Así, explica que la caída de la fecundidad se da sobre todo en el noroeste español y se está extendiendo por el cantábrico. "Aquí no reacciona nadie. A excepción de alguna empresa muy especial como la de familias numerosas, no le interesa a nadie. Este no es un problema de los políticos, creo yo, es de la sociedad española".
Según expone el economista, España es "el último de la cola" en términos de natalidad y lleva en esa posición durante mucho tiempo. "El que se lleva el farolillo rojo es el principado de Asturias, que no es ni de lejos la comunidad más pobre de España", apunta.
En consecuencia, considera que no es un problema de renta per cápita, ya que entre las regiones con menos fecundidad se encuentra el País Vasco. "El sexto por la cola de toda Europa es el País Vasco, que es una sociedad en temas de renta per cápita muy por encima de la media española y de la base 100 europea", afirma.
Pese a que la renta no es un factor tan determinante como a veces se sospecha para condicionar la natalidad, Blanco Desar concede que criar a un hijo "puede costar el mismo dinero que comprar un piso céntrico en Madrid o Barcelona". Aún así, debido a los problemas de deuda que tiene España, rechaza poner medidas incentivadoras a la natalidad que pasen por compensaciones económicas.
Sí que propone, en cambio, que se intervenga en la contratación pública primando a las empresas que tengan una mayor media de hijos por empleado. "Son medidas catalizadoras, hay que transmitir el dramatismo de la situación", asegura.
También aboga por la transferencia de parte de la cuota de seguridad social de hijos a padres, es decir, que los hijos cedan una parte de la cotización que hacen a favor de sus padres, que él propone que sea del 25%. "Hay que transmitir a la sociedad la fraternidad. Hoy en día el mejor familiar que tiene cualquier español es la Seguridad Social".
Así, esto conlleva, además, el problema de quién paga las pensiones y la deuda que se les deja a los jóvenes. "Va a llegar un momento que alguien le tendrá que decir a los españoles: "tienen que decidir ya quién quiere que les costee las pensiones", alerta.
"Para mí es más grave que España pierda juventud a que pierda hectáreas. Si ahora una potencia extranjera nos ocupara una provincia de las 50 que tenemos seguro que gran parte de España se movilizaría. Sin embargo, perdemos el 10% de toda la población joven y como si nada", se lamenta.
Una sociedad sin hijos
La caída de natalidad y cerrar la puerta a los inmigrantes en España llevan a las peores perspectivas sociales en cuanto a demografía. Poco a poco, España se acerca a Japón y Corea del Sur. Es decir, el tercer país más envejecido del mundo en 2050.
Así lo refleja en su libro Una sociedad sin hijos donde analiza detalladamente cómo ha sido la mutación o transición demográfica del país, en un camino sin salida hacia el colapso económico.
Según Blanco Desar, que asegura que "solo los tontos tienen hijos", las estadísticas de los últimos 30 años reflejan que sólo tienen hijos los llamados “trabajadores”. Los conocidos como “ricos” renuncian a la descendencia. Además, defiende que sin políticas activas que lo reviertan, en una generación España será el tercer país más senil del mundo.
Blanco Desar afirma que España puede salir de la crisis sociodemográfica, pero que necesita recursos exteriores para poder mantener el estado del bienestar. Así, propone, como una de las soluciones, abrir las fronteras de Europa a la inmigración para salvar las pensiones, la Seguridad Social, educación y salud.