La OCDE publica los datos que congeló hace siete meses por presuntas "anomalías" en la realización de los exámenes. Los resultados son escalofriantes y por la relación que guardan con el PIB anticipan un descalabro económico sin precedentes desde la Guerra Civil.
La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) ha hecho públicos los datos de Lectura del Informe PISA que no se publicaron el pasado 3 de diciembre. En ellos, España se desploma 19 puntos respecto al último informe (496 en 2015 y 477 en 2018), su peor resultado en 14 años y equivalente a un retraso de medio curso escolar.
Con estos resultados, España cae por debajo del promedio de Lectura de los países de la OCDE, que se sitúa en 487. Por Comunidades, las mejores paradas y las que superan este baremo son Castilla y León (497); Asturias (495); Galicia (494), Aragón (490), Cataluña (484), Cantabria (483), Murcia (481) y Baleares (479).
Las que mayor 'batacazo se dan son la Comunidad de Madrid, que pierde 46 puntos respecto al anterior informe; y Navarra, que hace lo propio con 42 puntos. País Vasco, la Comunidad Valenciana, Canarias, La Rioja, Andalucía, Extremadura, Melilla y Ceuta también tiene un índice lector inferior al del anterior informe de 2015.
Cerca de 40.000 alumnos de 1.102 institutos de todas las comunidades españolas participaron en 2018 en las pruebas del Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA por sus siglas en inglés) que desde el año 2000 evalúa las capacidades de estudiantes de todo el mundo en lectura, matemáticas y ciencias.
Las pruebas del Informe PISA están destinadas a alumnos de 15 años, justo cuando se acercan a terminar la educación obligatoria, y se realizan cada tres años. En España las pruebas se aplican en todas las comunidades autónomas, con una muestra ampliada de unos 50 centros en cada región para obtener los resultados autonómicos. La elección de los centros es aleatoria y también la de los 42 alumnos que hacen la prueba en cada instituto.
El Gobierno, con esa realidad sobre la mesa, tiene por delante un reto prácticamente imposible. Aunque PISA no es el único problema a resolver. España, según un informe de Save The Children, es el cuarto país de la OCDE con la tasa más alta de alumnos repetidores: un 28,7% frente al 11,4% de media. Se sitúa por detrás de Colombia (40,8%), Luxemburgo (32,8%) y Bélgica (30,8%). ¿Con qué resultados? De momento no muy halagüeños. Porque esa repetición, según apuntan diferentes expertos educativos, sirve para desmotivar a los alumnos y separarlos de sus amigos.
Otro de los caballos de batalla del Gobierno será acabar con la brecha 'monetaria'. Actualmente, según el mismo informe de Save the Children, un alumno desfavorecido tiene una probabilidad de repetir curso cuatro veces más alta que uno con un perfil socieconómico alto. España ocupa el segundo en esta desgraciada clasificación, sólo por detrás de Eslovaquia.
La otra brecha que el Gobierno tiene la responsabilidad de coser es la autonómica. Las regiones del norte obtienen en PISA mejores resultados que las del sur. De hecho, Navarra, País Vasco y Castilla y León lideraron la clasificación en Matemáticas. Galicia, Castilla y León y Asturias hicieron lo propio en Ciencias. En cambio Andalucía, Islas Canarias, Melilla y Ceuta sacaron los peores resultados en ambas materias.
RESULTADOS POR CCAA
RESULTADOS POR PAÍSES
A pesar de que el gasto por estudiante de Primaria y Secundaria aumentó alrededor del 15% en los países de la OCDE en la última década, el rendimiento medio de estos alumnos en la mayoría de los Estados miembros no ha visto prácticamente ninguna mejora. Y no es solo un problema de las naciones pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico: del total de 79 países que participaron en el último informe PISA en 2018, solo siete han mejorado sus resultados de manera “significativa” en las tres áreas analizadas: lectura, matemáticas y ciencias. Y solo uno de ellos, Portugal, es miembro de la OCDE. Algo que, para el secretario general del organismo con sede en París, Ángel Gurría, solo puede describirse como “decepcionante”, según deja claro en la presentación del informe, este martes en París.
Hay otro dato inquietante: en un mundo cambiante y cada vez más digitalizado, donde las fuentes de consulta se han multiplicado —¿quién tiene aún una enciclopedia en papel en casa?—, la capacidad de diferenciar entre lo que es un dato y una opinión se reduce significativamente: menos de uno de cada diez estudiantes de la OCDE (el 8,7%) “dominan tareas de lectura complejas como distinguir entre hecho y opinión cuando leen temas con los que no están familiarizados”, advierte el informe, que evaluó a 600.000 estudiantes de 15 años en 79 países en 2018.
Una tendencia “bastante preocupante”, advirtió Gurría al presentar el informe en París. “En el pasado, los estudiantes encontraban respuestas claras a sus preguntas en los libros texto aprobados por los gobiernos y, en general, se podía confiar en esas respuestas”, recordó. Pero “hoy en día, los estudiantes necesitan capacidades bien cimentadas para navegar en flujos de información online instantáneos, para diferenciar entre hechos y ficción, entre lo que es verdadero y falso. En el mundo de las fake news de hoy, estas capacidades son clave”, insistió.
Y la educación, acotó el director del programa PISA, Andreas Schleicher, no ha estado a la altura. En los últimos años, “el mundo real y el digital se han integrado y está claro que el mundo de la educación no ha respondido, no ha cambiado”, señaló.
Tanto o quizás más preocupante es el otro lado de la balanza: en un mundo donde hasta los trabajos más simples se realizan ya por Internet, uno de cada cuatro estudiantes de la OCDE es incapaz de completar las tareas de lectura más básicas, como “identificar la idea principal en un texto moderadamente largo o conectar fragmentos de información procedentes de diferentes fuentes”. Este problema es particularmente señalado en 10 países de la OCDE, en los que el 25% de los estudiantes obtuvieron un rendimiento en la prueba de lectura por debajo del nivel 2, que es cuando los estudiantes “comienzan a demostrar su capacidad lectora para adquirir conocimientos y resolver un amplio espectro de problemas prácticos”. Se trata de Chile, Colombia, Eslovaquia, Grecia, Hungría, Islandia, Israel, Luxemburgo, México y Turquía. Además, la cantidad de estudiantes con poca capacidad lectora —algo que obstaculiza uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030— aumentó desde 2009, la última vez en que la lectura fue la materia principal del test.
El problema también se registró en ciencias, donde el 22% de los estudiantes de la OCDE no lograron el nivel básico, y en matemáticas (24%).
“Sin la educación adecuada, los jóvenes languidecerán al margen de la sociedad, incapaces de afrontar los desafíos del mundo laboral del futuro, y la desigualdad seguirá aumentando”, advirtió Gurría.
En términos generales, solo siete países o economías han observado una mejora en el rendimiento de sus estudiantes en los tres ámbitos: Albania, Catar, Colombia, la región china de Macao, Moldavia, Perú y Portugal.
En el lado inverso de la tabla se sitúan seis países: Australia, Corea, Finlandia, Holanda, Islandia y la República Checa, que registraron un rendimiento en declive en las tres partes del test.
España se sitúa en el centro de la tabla, entre esos 13 países o economías para los que “no se pudo establecer ninguna mejora o declive significativo en ninguna de las materias”, señala el informe.
La OCDE presentó este martes los tres primeros capítulos del informe PISA 2018. Además de los resultados generales, se desgrana en otro largo volumen el “bienestar” de los estudiantes, donde entre otros se analizan los niveles de bullying o acoso escolar, algo que sufre de media en la OCDE uno de cada cuatro estudiantes. Un tercer tomo está dedicado a analizar la “igualdad”, en el sentido de que el buen desempeño escolar no esté relacionado ni con el estatus socio-económico, ni el género del estudiante, ni si este es de origen inmigrante o no.
En esta última materia, una clave positiva: el hecho de que uno de cada 10 estudiantes desfavorecidos de la OCDE (que están en el 25% más bajo de la escala socioeconómica y cultural de su país) logre cualificarse entre el 25% de los alumnos con mejor rendimiento de lectura demuestra, señala el informe, que el nacer con menos ventajas no predestina necesariamente a una vida desfavorecida. Los datos demuestran también, agrega el informe, que “el mundo ya no se divide entre naciones ricas y bien educadas y las pobres con una baja educación”. De hecho, el nivel de desarrollo económico “solo explica el 28% de la variación en los resultados de aprendizaje entre los países si se asume una relación lineal entre los dos”.
No obstante, “sigue siendo necesario para muchos países promover la igualdad con mayor urgencia”. Porque, como señala Gurría al abrir el informe, los estudiantes procedentes de familias desfavorecidas “tienen generalmente una única oportunidad en la vida, y esa es la de tener un gran profesor y una buena escuela”. Si pierden esa ocasión, advierte, “las oportunidades de educación subsecuentes tenderán a reforzar, más que a mitigar, las diferencias iniciales en los resultados de aprendizaje”.
También queda trabajo por hacer en materia de igualdad entre niñas y niños. Mientras que las estudiantes obtuvieron resultados mucho mejores en lectura que sus compañeros —hasta 30 puntos por encima en los países de la OCDE— y disfrutan más la lectura que ellos, los chicos siguen sacando mejores resultados en matemáticas y son mayoría en las carreras tecnológicas o científicas.