Los cambios de divisas solían estar tan cerca de un mercado perfecto como cabía esperar fuera de los libros de texto económicos. Esto es cada vez menos cierto. Ayer el yen se vio afectado por la caída de las divisas. En los últimos años se han producido otras caídas bruscas y cortas en un mercado en el que el volumen de negocio diario supera los 5 billones de dólares (4,4 billones de euros). Pero esta vez ha habido muchos giros. Los cambios en el comportamiento de los bancos en cuanto a la regulación significan que las bajadas serán más frecuentes y menos contenidas.
El dólar cayó subitamente más del 4% frente al yen. La moneda estadounidense bajó hasta 104,10 yenes, su nivel más bajo desde marzo de 2018 y un 4,4% más bajo que los niveles de apertura. Este hecho recuerda la caída de la libra esterlina en octubre de 2016. La diferencia es que ha arrastrado muchas otras divisas. El yen ha repuntado frente a la libra, el euro, el franco suizo, el dólar australiano y la lira turca. Estas divisas también bajaron frente al dólar.
Al igual que en caídas anteriores, no había nada que justificara los movimientos exorbitantes. La preocupación por la salud de la economía mundial ha crecido después de que Apple recortara el miércoles sus previsiones de ventas, justificándolo por la ralentización de las ventas de iPhone en China. La corriente hacia el refugio seguro del yen cobró impulso y las órdenes de stop-loss, (o limitar las pérdidas de los inversores), se llevaron a cabo. El creciente ejército de negociación algorítmica en el mercado probablemente también hizo que se agravara la situación.
Hace más de una década, muchos hubiesen estado dispuestos a ir en contra para mitigar movimientos tan abruptos. Pero la regulación posterior a la crisis ha producido la toma de medidas drásticas y ha obligado a los bancos a reforzar su capital frente a las exposiciones comerciales, lo que los ha hecho menos capaces de utilizar sus balances para mantener posiciones, incluso durante períodos cortos de tiempo.
Este cambio hacia un llamado modelo de agencia, en el que básicamente actúan como agentes para los clientes, desde lo que era primordialmente un modelo principal, significa que hay menos actores dispuestos a intervenir cuando las subidas de tipos de cambio son más grandes y no muy justificables.
Es un problema para las empresas o los inversores que necesitan operar con divisas con fines comerciales reales, en lugar de la mera especulación. Cuanto menos eficiente sea el mercado de divisas, más tendrán que vivir con enormes e inesperadas oscilaciones.
Inversores y empresas tendrán que familiarizarse con caídas bruscas en las divisas