La escuela de la ignorancia

Madre Maestra

¿La escuela de la ignorancia?

Cientos de familias se organizan contra el desplome educativo: No se comienza a leer hasta los 8 años, con 9 todavía no saben sumar y restar y con 12 años no dominan las tablas de multiplicar

La farmacéutica Dori Huertas tiene cinco hijos. Los cuatro mayores son veinteañeros y están terminando sus carreras universitarias. El mayor está haciendo el doctorado en Física de Partículas con la Universidad de Barcelona en el CERN de Ginebra. El segundo realiza un máster de Ingeniería Industrial. El mediano, que acaba este año el grado de International Business, hace prácticas en una empresa. La cuarta cursa 3º de Enfermería. Y la pequeña está en 2º de Primaria, tiene siete años y a veces quiere ser gimnasta, otras veces, veterinaria y otras, violinista.

Los cinco hijos han estudiado en el mismo colegio público de un barrio de clase media de Barcelona y eso le ha permitido a Dori comparar el nivel académico de las dos generaciones. Los cuatro mayores estudiaron con la LOE y la Lomce y la pequeña lo hace con la Lomloe o Ley Celaá. Entre unos y otros Dori observa diferencias en el aprendizaje.

«Mis hijos mayores combinaron la teoría con la práctica, leían, iban a museos y tenían muy buen nivel: el de una escuela pública de calidad. Pero mi hija pequeña, si yo no la enseño, llega muy justa a saber leer y a hacer cuentas. En clase no practican ni les mandan deberes para casa. Han desaparecido los libros de texto, las libretas y las asignaturas. No hay exámenes y evalúan por rúbricas. Se sientan en mesas redondas, lo que significa que la mitad de los niños pasa una parte del tiempo dando la espalda a la maestra. Todo es vivencial. Mi hija pequeña sabe mucho menos que lo que sabían los mayores a su edad», relata esta doctora en Biología Molecular vinculada al CSIC que preside la 'Plataforma per una Educació de Qualitat a Catalunya', un conjunto de familias «hartas» de que sus hijos «no aprendan» en el colegio que, tras publicarse el pasado diciembre los resultados del último Informe PISA, decidieron agruparse formalmente para pedir más rigor académico a la Generalitat.

Comenzaron siendo 20 que se quejaban cuando iban a buscar a sus niños a la puerta del colegio y ya son 800 familias, aunque en la plataforma Change.org les apoyan 2.300 firmas pidiendo al Govern que «deje de aplicar experimentos sin garantías» que «ponen en riesgo la educación» y «vacían las escuelas de contenidos académicos».

Los datos corroboran lo que ha observado Dori con su hija pequeña. En una década, Cataluña se ha desplomado en PISA, donde ha pasado de estar entre las mejores autonomías en Matemáticas y Lectura, por encima de la media española y de los países de nuestro entorno, a precipitarse hasta los últimos puestos, a la altura de Extremadura y Canarias. En Matemáticas los alumnos de 15 años han retrocedido 23 puntos (el equivalente a un curso escolar) y en Lectura han caído 38 (casi dos cursos).

Cataluña es, por otro lado, la región más atrasada en el informe PIRLS 2021, que evalúa el nivel en Lectura de los alumnos de 10 años. Tampoco sale bien parada en las pruebas internas de competencias que realiza la Generalitat, que el año pasado reconoció que había «un margen de mejora indiscutible» porque en 4º de la ESO uno de cada cuatro alumnos suspendió Matemáticas y se llegó al nivel más bajo de la década en Lengua Castellana y Lengua Catalana. Las evaluaciones de este año también han sido polémicas porque el Govern publicó los exámenes en una web una semana antes de que un centenar de institutos realizara las pruebas y sus alumnos tuvieron acceso por adelantado a unas preguntas que, según Dori, «ya de por sí eran facilísimas».

Horario escolar 1

La Generalitat ha achacado los malos resultados a la pandemia y a una «sobrerrepresentación» de alumnos inmigrantes. También ha anunciado la puesta en marcha de un plan de choque que incluye, entre sus primeras medidas, dotar a los centros de maletines con tangrams, cuerdas y figuras para que los alumnos puedan entender mejor los conceptos abstractos y trabajar con unas Matemáticas más «manipulativas».

Los padres de la plataforma a la que representa Dori creen que lo que se necesita es «dejarse de innovaciones cuya eficacia no se ha demostrado científicamente» y seguir el camino de Francia, que, tras conocer sus malas notas en PISA, ha anunciado que va a volver al dictado, o de Finlandia, que va a aumentar las horas de Lengua y Matemáticas tras constatar que su modelo educativo no ha logrado los resultados esperados.

En Cataluña, profesores han denunciado que los alumnos reciben menos horas de clase de Matemáticas y Lengua que en otras regiones y que esto puede estar detrás de la caída del nivel. La propia ex consellera de Educación Irene Rigau afirmó, tras conocer los datos de PISA, que es un error «querer poner tantas cosas en la escuela» y que «la sostenibilidad, el cambio climático, el feminismo... están muy bien, pero, si lo tenemos que ir sacando de horas de Lengua y Matemáticas, no vamos bien».

En muchos colegios han desaparecido la mayoría de asignaturas (en el de la hija de Dori sólo se conservan Inglés, Educación Física, Valores o Música) porque se agrupan en lo que se denomina Ámbitos, Proyectos, Espacios o Momentos, para hacer una «enseñanza globalizada» donde se relacionen unos saberes con otros, sin «compartimentos estancos». Una parte de los docentes y de las familias sostiene que este método «diluye» las materias y que, al menos a estas edades, «no funciona».

«En 1º de Primaria se pasaron todo el curso haciendo un proyecto de medusas y ponían a los niños a buscar información sin ni siquiera saber leer ni escribir. Veíamos que no avanzaban», cuenta Dori, que sostiene que todo empezó a «ir peor» a partir de 2015, cuando la Generalitat puso en marcha un proceso de «transformación educativa» que suponía «relegar la instrucción» y «sustituir la transmisión del conocimiento por una educación de tipo social».

Horario escolar 2

Cataluña, en este sentido, fue el laboratorio de experimentación de la Lomloe de 2020. Algunas de las propuestas recogidas en la reforma educativa del Gobierno de Pedro Sánchez, como el aprendizaje por ámbitos, los proyectos y la educación competencial, ya llevaban al menos un lustro fomentándose en esta región.

«En Cataluña somos pioneros en estas innovaciones y llevamos más tiempo con el aprendizaje basado en proyectos; por eso aquí los malos resultados educativos se han manifestado antes que en otras autonomías. Hay un búnker pedagocrático que se ha hecho con el control de la educación», denuncia el catedrático Xavier Massó, presidente de la Fundación Episteme y secretario general del sindicato Professors de Secundària, el más votado en los institutos de Cataluña en las pasadas elecciones sindicales porque muchos docentes de esta etapa están reclamando volver a lo básico.

Massó opina que «existe un cambio de tendencia tanto por parte de los profesores como de las familias». «Cada vez hay más personas que demandan una mayor exigencia en la escuela porque lo que hay ahora no está funcionando. Los profesores estamos para enseñar a los alumnos, para que se formen un criterio y puedan decidir por sí mismos, no para adoctrinarlos ni para que vengan a la escuela a ser felices. Esto no ocurre sólo en Cataluña, sino en otras autonomías», señala Massó, que los próximos días 10 y 11 participa en un congreso en Madrid organizado por la Fundación Episteme y el Observatorio Crítico con la Realidad Educativa (Ocre), nacido en la Comunidad Valenciana, donde profesores de toda España expondrán sus principales objeciones a la aplicación de la Lomloe.

La plataforma a la que representa Dori supone un fenómeno sociológico novedoso, porque la mayoría de las agrupaciones de asociaciones de padres -por ejemplo, la Ceapa, a nivel estatal- siempre había sido partidarias de las innovaciones. «Es que lo que está pasando es muy fuerte. Hemos tocado fondo. No se hacen exámenes porque los pedagogos dicen que son muy estresantes para los niños. No se ponen deberes porque discriminan a los que en su casa no pueden hacerlos. Las tablas de multiplicar se consideran antiguas... Y encima han introducido las tabletas y las pantallas, que distraen a los niños», describe Dori, que asegura que «los alumnos de colegios donde la Generalitat ha hecho la 'transformación educativa' y trabajan por proyectos llevan al menos un curso de retraso y, cuando pasan a la ESO, los profesores de instituto se dan cuenta de que saben mucho menos que los que vienen de colegios tradicionales».

El pasado enero, el Departamento de Educación de Cataluña tuvo que intervenir en un colegio público de Sabadell, el Andreu Castells, después de que el equipo directivo se cogiera la baja en bloque tras la presión de las familias, que denunciaban el «bajo nivel educativo» de sus hijos, un conflicto que se saldó en marzo con la dimisión de la dirección. «Nuestros hijos en 6º de Primaria no saben las tablas de multiplicar y en 2º empiezan a leer», denunciaban los padres.

Otra madre denuncia que su hija «no sabe sumar ni restar en 3º de Primaria». «No nos falta de nada, tenemos una dirección que abarca toda la innovación que propone Educación: «Matemáticas con Innovamat, proyectos, rincones, espacios de aprendizaje, robótica, Google Classroom... Estas innovaciones están mal implementadas y los maestros están sin formar», recalca.

Otra familia del área metropolitana de Barcelona relata que uno de sus hijos se ha pasado un mes preparando la Navidad y otro mes para organizar el Carnaval. «Con suerte dedican una hora a la semana a Matemáticas», denuncian la madre y el padre. Cuentan que «con la pandemia comenzó a bajar el nivel para adaptarse a los que iban más justitos y desaparecieron las asignaturas troncales». Como sus hijos hacían «demasiado poco», tuvieron que «reforzar en verano», sus conocimientos de Lengua y Matemáticas. «Al llegar al instituto, los compañeros del mayor estaban con ansiedad, sin saber organizarse y con niveles muy por debajo de lo habitual». Con el hijo mediano, que está terminando 4º de Primaria, leen dos tardes a la semana y hacen ampliación de Matemáticas en casa.

También Dori y otros padres de la plataforma se han puesto a dar clases particulares a sus hijos por las tardes. «Nosotros podemos hacerlo porque tenemos estudios, pero las familias desfavorecidas no pueden compensar esta desventaja», apunta esta granadina que emigró a Barcelona a los cuatro años. «Estas familias son los que más están sufriendo la 'transformación educativa' de la Generalitat y son las que más necesitan la igualdad de oportunidades que antes daba la escuela».

Estas son algunas de las quejas que Dori Huertas ha recibido este año de padres de toda España, en las que denuncian que sus hijos «no aprenden porque el colegio se ha convertido en una especie de campamento de verano»:

Juego: «Los niños no escriben suficiente porque se pasan el día haciendo murales y grabando vídeos y anuncios. Están horas en el patio y con el juego libre cada dos por tres. Parece más un campamento de verano que una escuela».

Proyectos: «El horario no está estructurado por materias, sino por agrupaciones de horas llamadas Ambientes o Rincones. No podemos comprobar lo que se hace ni qué temario se sigue. Para investigar un tema en profundidad, deben tener una buena base y ésta ha desaparecido».

Padres dando clase por las tardes: «Al ver que van tan atrasados, nos hemos puesto las pilas y hemos empezado a ejercer nosotros de maestros, para que adquieran una disciplina básica y puedan tener las herramientas mínimas de aprendizaje. Cuando hemos expuesto este problema o hemos solicitado que nos den los objetivos del trimestre, siempre hemos recibido una negativa (desde el profesorado hasta el Consorci, pasando por dirección)».

Necesidades especiales: «En el colegio sólo tenían un objetivo: que fueran felices. Eran los niños los que decidían qué hacer y cómo hacerlo. Mi hijo tiene dislexia y en el colegio no se habían dado cuenta porque no hacía ningún trabajo más allá de dibujar. En el paso al instituto le costó adaptarse pero ahora está contento porque le corrigen las faltas de ortografía».

Fuente: El Mundo

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Si piensa que la noticia anterior es una anomalía y en consecuencia el sistema educativo está fallando por no estar bien diseñado, entonces desconoce que podría está diseñado precisamente para fallar. ¿Su finalidad es conseguir el fracaso académico para imponer a nuestros hijos su ruina económica? De ser así estaríamos ante una magna obra institucional inicua realizada a nuestras espaldas, perfectamente diseñada y engrasada para destruir Occidente.

Alicia Delibes: El suicidio de Occidente

Cada pocos años, la clase política y sus expertos en 'ciencias de la educación' acometen una nueva reforma de la Escuela. Sin embargo, el fracaso escolar sigue agravándose: la infantilización gana terreno a la inteligencia crítica; el individualismo y la negación del otro se apodera de las relaciones humanas; el dominio de la inmediatez corroe toda disciplina del tiempo o la atención.

A simple vista parece un gran misterio. Pero, ¿y si ese fracaso fuese el objetivo oculto de todas las reformas? Esa es la inquietante hipótesis que desarrolla Jean-Claude Michéa en este pequeño libro. Su tesis, perfectamente demostrada, es que los centros educativos han sido rediseñados para convertirlos en una 'escuela de la ignorancia'. Con la finalidad de plegar la vida y la inteligencia de los niños a las prácticas dominantes del consumo y el entretenimiento. Estas son las verdaderas directrices internacionales sobre la educación occidental, porque la mayor parte de la humanidad se ha vuelto perfectamente desechable.

Los discursos oficialistas tienden a correlacionar problemas educativos con 'falta de presupuesto'. Sin embargo, el problema es más profundo, más insidioso, más molesto de reconocer. No se trata de dinero, ni siquiera es válido el insustancial discurso de una 'pérdida de valores' que nadie sabe qué significa. El problema de la educación, según Jean-Claude Michéa, es una cuestión de diseño social, de decisión política consciente.

El capitalismo posmoderno ha iniciado el ajuste necesario entre la productividad y la educación. Todos los informes de los expertos señalan que la nueva economía relacionada con la Inteligencia Artificial exigirá pocos especialistas técnicos. Porque la tecnología permitirá que unos pocos especialistas desarrollen los sistemas necesarios para el funcionamiento de las empresas. Por otra parte, los procesos de fusiones corporativas reducirán las ofertas de altos ejecutivos. Dicho con otras palabras, cada vez harán falta mejores profesionales, pero en número más reducido.

Por lo tanto, a la larga el sistema económico no podrá absorber una masa de ciudadanos bien preparados. La escuela de calidad es necesaria, pero solo para unos pocos. El resto del sistema educativo es mejor que no funcione en absoluto. La conflictividad derivada de un sistema educativo generalizado y de alta calidad no podría ser soportada por el sistema económico, donde muchos y bien preparados deberían competir por cada vez menos puestos de trabajo. Es mejor dejarlo todo en manos del darwiniano sistema de selección natural para que de esta bazofia educativa solo puedan emerger por sí mismas las pocas mentes excelentes que necesitará el sistema. La educación universal y de calidad ha dejado de ser entonces un objetivo político.

Cuando lea el libro descubrirá que estos argumentos no son política ficción. Están bien documentados por las mismas publicaciones de las nuevas élites globalistas.

Pero queremos dejar una pregunta a su consideración. ¿No será el argumento justo al revés? Es decir, con la excusa de la tecnología... ¿no se estará encontrando un pretexto para hundir con el sistema educativo a la población en la miseria, de forma que queden los niños forzosamente desempleados en el futuro y arruinados con independencia de la emergencia de la Inteligencia Artificial? Porque hay cada vez más expertos informando un saldo positivo de empleo en esta nueva etapa tecnológica. Es decir, que la Inteligencia Artificial terminará creando más puestos de trabajo de los que va a destruir. Esta nueva realidad estaría entonces echando por tierra el argumento mayor, revelando que la iniquidad de la excusa es mucho peor porque inhabilita a nuestras sociedades occidentales para incorporarse a la 4ª Revolución Industrial. ¿Cómo puede ser que las élites americanas y europeas hagan estos diseños a largo plazo en contra de los mejores intereses de sus naciones? ¿De quién están recibiendo esas órdenes? ¿En qué consiste la agenda que nos ocultan?

Jean-Claude Michéa es profesor de filosofía en Montpellier. Es autor de dos ensayos sobre George Orwell: Orwell, anarchiste tory (1995) y Orwell éducateur (2003); de Les Intellectuels, le peuple et le ballon rond (1998), una reivindicación del fútbol y una crítica de sus críticos; y de varios libros sobre la civilización liberal, como Notre ennemi, le capital (2018) o L'Empire du moindre mal (2007).